El incremento en la edad de jubilación y la prevención de riesgos laborales

Con el aumento de la esperanza de vida pero también de la vida laboral es importante considerar cómo afecta la edad desde la perspectiva de la prevención de riesgos laborales y el desempeño del trabajo.


Diferentes estudios apuntan a que la edad no implica un peor desempeño de las funciones. 

Más bien al contrario, los empleados de edad avanzada presentan tasas de absentismo menores y suelen mostrar un mayor compromiso en el trabajo. No obstante, sí se dan diferencias en función de las tareas que se lleven a cabo. 

De este modo, cuando las tareas tienen que ver con el trabajo intelectual (pensamiento estratégico, toma de decisiones, negociaciones, etc..) la edad es un factor positivo, mientras que cuando el desempeño de la tarea requiere facultades físicas, altos niveles de rapidez y/o destreza manual la edad influye negativamente.

En materia preventiva, se hace necesario definir qué necesidades tienen un trabajador en edad adulta avanzada y cuáles son las adaptaciones específicas que el puesto de trabajo requiere. En base a ello, deben definirse aquellas  medidas destinadas a que el empleado siga desarrollando su trabajo en condiciones satisfactorias.

Algunas de estas medidas pasan por:

Corregir condiciones de trabajo que puedan favorecer o acelerar el proceso de envejecimiento del empleado.

Adaptar los horarios y ritmos de trabajo que impliquen jornadas laborales o ritmos excesivos.

Favorecer la formación y un aprendizaje permanente en aquellas áreas en las que el empleado tenga menos competencias.  Establecer métodos pedagógicos especialmente dirigidos a trabajadores adultos de edad avanzada.

Favorecer el traspaso de conocimientos y habilidades de los empleados de edad avanzada al resto de empleados.

Fomentar la reducción progresiva de la jornada laboral para que la transición a la jubilación sea paulatina.

Rediseñar tareas de acuerdo a las capacidades y necesidades del empleado con edad avanzada. 

Favorecer entre el resto de empleados una actitud justa ante el envejecimiento.

Valorar la incorporación de ayudas tecnológicas.


A nivel de salud además de promover e informar sobre la responsabilidad que cada trabajador tiene sobre su salud (estilo de vida saludable), a partir de determinadas edades (+ 50) y  en trabajos con altas demandas físicas y mentales es fundamental hacer un seguimiento del estado de salud del trabajador destinado a prevenir y detectar en fases tempranas determinadas enfermedades como hipertensión, problemas de audición, problemas en las articulaciones, etc... 

Teniendo en cuenta algunas de estas medidas, empleado y empresario pueden mantener y alargar, hasta la edad de la jubilación, una relación de trabajo beneficiosa para ambas partes facilitando  al empleado una mejor transición hacia el retiro laboral y proporcionando al empresario la experiencia y conocimientos que puede aportar un trabajador en edad adulta avanzada.